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Costa Brava en invierno: planes para escaparse fuera de temporada

En el imaginario colectivo, la Costa Brava es sinónimo de calas de aguas turquesas y cristalinas, serpenteantes caminos de ronda que bordean el litoral y rincones de ensueño con preciosos castillos, jardines botánicos y recovecos que cada año atraen a miles de turistas. Es la imagen clásica de la porción de tierra que va de Blanes a Portbou y que en el pasado sirvió de inspiración a numerosos artistas e intelectuales, como Salvador Dalí, Truman Capote o Ava Gardner, por citar algunos. Sin embargo, no solo vale la pena ir de ruta por la Costa Brava en verano, sino que en invierno es también un formidable destino, con excelentes propuestas culturales, deportivas y gastronómicas. Seguidamente, te las explicaremos para que descubras los encantos de esta hermosa zona sin aglomeraciones, temperaturas abrasadoras, ni precios desorbitados.  

Si eres de los que prefieren viajar fuera de temporada y estás pensando en hacer una escapada  a la Costa Brava en invierno, pero no tienes claro qué opciones te ofrece esta región en esta época del año, a continuación siguen algunas propuestas:

cicloturismo, vías verdes y BTT: la Costa Brava y el Pirineo de Girona son un excelente destino si te gusta ir en bicicleta, ya sea poniéndote a prueba en exigentes itinerarios en BTT, pedaleando en familia por antiguos trazados ferroviarios (vías verdes) o recorriendo el territorio a tu ritmo en bici de paseo (cicloturismo). Descubrir la región sobre dos ruedas es una forma ideal de conocer bellos parques naturales, pequeños pueblos de montaña que parecen haberse detenido en el tiempo y sentir la adrenalina a flor de piel en pronunciadas rutas de BTT

– astroturismo: si eres aficionado a la observación del firmamento, te recomendamos hacer un bautizo astronómico en el Observatorio de Albanyà. Situado a una hora en coche de Girona, este mirador permite disfrutar de una experiencia sensorial única y descubrir los secretos del cielo en un emplazamiento privilegiado, lejos del ajetreo y la contaminación lumínica de los núcleos urbanos. El bautizo combina la proyección de imágenes en directo (captadas por el telescopio y narradas por los astrónomos del centro) con contenido audiovisual sobre astronomía. La proyección, que se realiza en una grada calefactada al aire libre y con una excelente banda sonora de fondo compuesta especialmente para la ocasión, permite descubrir las distintas constelaciones, los cuerpos celestes y la magia del firmamento gracias al equipamiento astronómico de última generación del Observatorio

– visita los arrozales de Pals y sus antiguos molinos: entre los muchos atractivos de este precioso pueblo gerundense destacan sus arrozales, kilómetros y kilómetros de un hermoso manto verde que cada año produce toneladas del singular arròs de Pals y numerosas variedades. El cultivo del arroz en el corazón de l’Empordà se remonta a épocas medievales y a lo largo de la historia ha atravesado periodos de bonanza y decadencia que llegaron, incluso, a prohibir su cultivo en la demarcación (se creía que las aguas estancadas de los arrozales eran las causantes de las graves enfermedades que diezmaron la población local). A pesar de que a mediados del siglo pasado la industria arrocera se mecanizó, los antiguos molinos pueden seguir visitándose en el Molí de Pals (El molino de Pals) gracias a actividades divulgativas que la propiedad organiza para dar a a conocer el cultivo de este cereal milenario. Además de recorrer los arrozales a pie o en un trenecito turístico, vale la pena completar la visita a Pals admirando su valioso patrimonio histórico (con maravillosos ejemplos de arquitectura medieval, románica, gótica y barroca) y las numerosas masías (algunas de ellas, fortificadas) dispersas por la zona y, como no, degustando su excelente arroz en los restaurantes de la región

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– excursiones a la Fageda d’en Jordà y a la zona volcánica de la Garrotxa: no es exagerado decir que quiénes pasean por primera vez por la fabulosa Fageda d’en Jordà y la zona volcánica de la Garrotxa quedan maravillados ante tal espectáculo de la naturaleza. Con una altitud de 550 metros, la Fageda d’en Jordà es un precioso bosque de hayas que creció sobre la colada de lava del volcán Croscat y que sirvió de inspiración a algunos artistas, como el poeta catalán Joan Maragall. La Fageda se extiende por los municipios de Santa Pau, Olot y Les Preses (todas en la comarca de la Garrotxa) y pueden hacerse varios recorridos por ella, según desde la población desde donde se acceda al hayedo. 

Muy cerca de la Fageda d’en Jordà encontramos el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, el mejor ejemplo de paisaje volcánico de la Península Ibérica que cada año recibe miles de visitantes, tanto nacionales como extranjeros. Con una extensión de unas 15 mil hectáreas, se compone de cuarenta volcanes (muchos de ellos, camuflados por la abundante vegetación y los campos de cultivo) y más de veinte coladas de lava. ¿El resultado? Un increíble paisaje de tonalidades rojizas, negruzcas y marrones que nos habla, silencioso, de lejanas épocas pasadas. Entre los volcanes más importantes del conjunto destacan el Croscat (famoso por su corte transversal que permite observar perfectamente la estratificación del terreno), el Santa Margarida, el Montsacopa o el Rocanegra, entre otros, que pueden admirarse tanto a pie, en bici o en un pequeño tren que recorre los volcanes

caminos de ronda y paseos por la playa, también en invierno: sinuosos, llanos, escarpados… los caminos de ronda que nos regala la Costa Brava son una fantástica propuesta para los amantes del senderismo, con deliciosos paisajes que se suceden alternando el verdor de los pinos con el azul de las aguas. De dificultad variable, estos caminos que bordean el litoral permiten descubrir pequeñas calas, vertiginosos acantilados, playas con encanto y preciosos recovecos. Otra opción para disfrutar de la costa en invierno es pasear a orillas del mar, contemplar la puesta de sol y jugar en la arena con los más pequeños, sin aglomeraciones ni un calor abrasador

actividades culturales: otra de las propuestas que no puede faltar en una escapada de fin de semana a la Costa Brava es la visita a alguno de los numerosos museos de la región. Destacamos el icónico Teatro-Museo Dalí en Figueres, la Casa-Museo Salvador Dalí en Cadaqués o el Museo de Arte de Girona, entre otros. Además del arte, también se puede disfrutar de la arqueología, la historia, la etnología y otras disciplinas en varios equipamientos culturales repartidos en la provincia, y hacer rutas cinematográficas en Girona ciudad para descubrir dónde se rodó Juego de Tronos o la película de El Perfume, entre otras 

– propuestas gastronómicas: además del magnífico litoral y los parajes naturales que atesora, la Costa Brava también destaca por su deliciosa oferta gastronómica, con una rica cocina marinera (compuesta de platos de pescado, marisco, distintos arroces marineros, etc.) y otras especialidades que vale la pena degustar. Entre sus platos insignes, cabe mencionar el suquet de rape y gamba roja (guiso de rape cocinado con frutos del mar), el mar y montaña (estofado de marisco y pollo), el cim i tomba típico de Tossa de Mar (una mezcla de rape, patatas y allioli),  la olla de pescado (mezcla de varios pescados que varía de población a población según el pescado predominante en cada una de ellas) y las sabrosas anxoves (anchoas) de l’Escala. También excelentes son sus arroces marineros, como el ya mencionado anteriormente arròs de Pals a la cassola (arroz de Pals a la cazuela), un arroz caldoso que combina carne y pescado (pollo, conejo, sepia, almejas y gambas o cigalas), además de algunas verduras, o el arroz negro de Palafrugell, entre otros. Para los más gourmets, Girona cuenta con un gran número de restaurantes de alta cocina (algunos de ellos, reconocidos mundialmente con varias estrellas Michelin) como el Celler dels Germans Roca y la heladería Rocambolesc en Girona; el restaurante Compartir en Cadaqués, encabezado por tres jefes de cocina de El Bulli; el Miramar en Llançà, con el chef Paco Pérez a la cabeza, o el Casamar, en Llafranc, capitaneado por el chef Quim Casellas, entre otros. Tras esta propuesta de distintas actividades, un apunte práctico final: si bien la Costa Brava en invierno no está tan concurrida como en verano, no deja de ser una de las principales destinaciones turísticas de Catalunya dados sus numerosos atractivos. Por ello, vayas a comer un arroz a Blanes, a visitar la Casa-Museo Dalí en Cadaqués o a dar una vuelta por el centro de Girona, te recomendamos que aparques el coche en uno de los aparcamientos públicos que Saba tiene en estas y otras localidades gerundenses, y te centres solo en disfrutar de la visita.